Fórmula para respirar tranquilo

|

Desde luego mens sana in corpore sano. Es decisivo para un buen humor, para un servicio a los demás, para vivir sin agobios y para respirar profundo y sin preocupaciones un cuerpo sano. Es decir, para ser feliz y vivir en paz es muy importante cuidarse físicamente. Tendremos que empezar por ahí para poder sentirnos bien, logrados y satisfechos con uno mismo
Entonces mens sana in corpore sano. Esta afirmación tiene un doble sentido porque por un lado se refiere a qie si tenemos fuerzas, vitalidad… podremos hacer todo lo que nos propongamos sin tener que dejarlo a la mitad (que por cierto…¡Perdición!), llevarlo hasta el final y ver que lo hemos logrado y con esfuerzo. En el caso de imposibilidad de llevarlo a cabo, da lo mismo, hemos llegado hasta donde se podía pero con todas nuestras fuerzas. Resultado: Uno contento consigo mismo. El segundo sentido lo vemos en que si no tenemos la cabeza despejada, descansada y centrada, nunca podremos llevar a cabo lo que ciertamente nos
propongamos: nos agobiaremos y no podremos terminar nada. Lo haremos mal y sin las plenas capacidades.

Por lo tanto mens sana in corpore sano + también el punto fundamental de llevar una vida en paz (o el sinónimo que utilizo yo, llevar una vida plena) que es el buen humor. Sin buen humor, sin sonrisa en la cara para todo, sin no tremendizar las situaciones, sin ser positivo, no llegas a ningún lado. Las cosas se ven como son: simples y sin problemas que nos creamos en la cabeza para darnos importancia y creer que por eso necesitamos la compasión de los demás y su entera atención. Yo lo pienso y veo lo bien que estarían algunas personas sin crearse situaciones absurdas para darse importancia: y atendrán las suyas cuando crezcan, las que tendrán que tomarse con total buen humor ;: la vida es preciosa no la desprecies creándote problemas que no tienes.


Así que mens sana in corpore sano + buen humor + cada cosa a su tiempo. Yo tengo la teoría de que cada cosa debe hacerse en el tiempo y situación que debería : así ,por ejemplo, estudiar cuando tienes que estudiar en la universidad (en los años que tocan), sacarte el carnet de conducir cuando tienes tu tiempo libre sin demasiadas obligaciones (cuando somos jóvenes por ejemplo), casarte en su caso cuando toca: ni muy pronto ni demasiado tarde. Si se hacen las cosas cuando se deben hacer no tendrás problemas, ya que en cada etapa estamos preparados para afrontar diferentes situaciones por lo que no se debe adelantar ya que creemos erróneamente que podemos estar preparados.

Por último mens sana in corpore sano + buen humor + cada cosa a su tiempo + seguir los buenos principios en los que creemos. Esto último me parece primordial para poder estar conforme con uno mismo. Si te contrarías, tu vida deja de tener sentido y se vuelve un lío que ya ni siquiera tú podrás deshacer: no tienes el poder de hacerlo. Eso no quita el aprender nuevas cosas buenas que te hagan crecer como persona. Si sigues tus principios creces cada vez más sigues lo que crees, sigues el porqué de tu existencia. Si te planteas esto último tienes mucho ganado. Tras haber conseguido todo lo anterior plantéate para y por qué vives y en razón de ello dirige tus actuaciones correctas hacia ese fin.
Victoria asegurada: respirar tranquilo (aún pudiendo tener problemas reales).

En solo dos horas

|


Miro el bolso, busco y busco, saco las llaves, abro la puerta y… de repente un abrazo gigante de la más pequeña ¡Hola, Blanca! Sigo andando, un hola a mi segunda hermana, solo un hola que cuando están en esas edades y te miran por encima del hombro es mejor no hacerles caso. Un beso a mi madre, ¿Qué cocinas mamá? Lo que vas a cenar, ¡Hala! A poner la mesa y una sonrisa. Llega mi abuela ¿pero hija mía sigues viviendo aquí ?no te he visto en todo el día. Me ahorro el comentario acostumbrada ya a su ironía. Un beso una sonrisa y ¡Subo a mi cuarto a dejar las cosas y enseguida bajo! Arriba saludo a la mayor, ¿Y Víctor, viene hoy de Bilbao? Llega mañana. Vamos abajo a poner la mesa. Baja el tono y un luego te cuento. Pasos calmados y fuertes y ese peculiar modo de sacar las llaves, veo a la pequeña correr hacia la puerta ¡hola papá!

Ya puesta la mesa ¡A cenaaar! Llegamos todos a la mesa y nos sentamos.¡Blanca quítate de ahí que es mi servilleta! Ya debidamente sentados nos disponemos a cenar. Voy a coger las patatas fritas. Mirada cómplice de mi padre, Almu, ¿quieres patatas? ¡Gracias!. Varios ¿me pasas el pan? y ¿me sirves agua?, ¿puedo repetir? un coge el kétchup de la nevera porfa y muchas risas, sobretodo eso, muchas risas y sonrisas. Llega el postre, voy a la nevera. Yogurt ¡de lo que sea! para mi padre y Almu, un no quiero postre para la adolescentísima, un vitalinea para la mayor y un capricho de los de mi abuela “sin que se entere de que se lo cojo” para mí. Hemos terminado y todos los hermanos nos hacemos los locos. Pero llega, ¿A quién le toca la cocina? Buff… Pero por lo menos recogedme la mesa y traedme las cosas cerca del fregadero. Enjuago las cosas y las meto al lavavajillas. No ha sido para tanto, escoba, recogedor, ¡Buenas noches Mamá! y No son muchas las que hay que empanar. Pan rallado, huevo, pan rallado. No quiero saber cuándo son muchas entonces. Subo, me meto en la cama y A ver, cuéntame. ¡BUA! pues mira que…

Esto han sido solo dos horas de un día en mi familia en las que he aprendido la importancia del cariño, el aprender a ayudar, la necesidad de hacer caso a la familia y “aparecer por casa”. Lo bonito que es confiar tanto en una persona y poder decir un cómplice “luego te cuento”. Agudizar el oído para distinguir unos pasos. Mantener el orden y dejar “las cosas arriba”. A saber escuchar. Saber respetar a las más pequeñas y a no pelearse por tonterías. A guardar los nervios con las niñas pavas y a saber respetar a los mayores. A levantarse mil veces de la cena sin vagueza a por pan, kétchup, o lo que haga falta. Disciplina y responsabilidad al recoger la mesa, aprender a reír y reír que es lo más sano y conveniente del mundo. A empanar dos kilos de pechugas. A valorar todo lo que hacen los padres… Han sido solo dos horas en las que he aprendido mil y una cosas. Me maravillo entonces con todo lo que he aprendido los 20 años de mi vida entre los ocho que somos en casa más los múltiples razas y tipos de animales que hay en ella. No nos damos cuenta de las muchas veces que no valoramos la familia que es donde crecemos , aprendemos y recibimos amor de una manera u otra y sobre todo que gracias a ella es por lo que estamos hoy en día en donde estamos.

Estamos en una gran etapa, que no se confunda la sociedad.

|

Hace un mes más o menos escribí sobre nosotros los jóvenes. Lo he leído de nuevo y he tenido que borrarlo. Así que espero que con este no me pase lo mismo dentro de otro mes.

Leo el anterior párrafo y me río, pero de verdad. No de risa por dentro y media sonrisa por fuera. De risa de verdad de ¡Ja, ja, ja! Sonoro, porque así somos los jóvenes. Somos así, inconformistas y que nos encanta cambiar todo. ¿Te preguntas por qué? Porque estamos llenos de vitalidad, vivimos de sueños. Pero no sueños en sentido de algo irreal, sino en sentido de algo grande. Tenemos la vida por delante, toda la vida. Tenemos toda nuestra ciudad por delante, todo el país y todo el mundo. Nos lo queremos comer y además podemos. Los adultos no se cansan de decir, con cara de mira que es joven y que poco sabe , que yo también fui joven y creía que podía comerme el mundo y me enfada esa afirmación porque no saben ver cual es el problema. No saben y lo tienen delante: no es que creamos que podemos comernos el mundo, es que sí podemos. Es ahora mismo cuando podemos hacerlo cuando somos jóvenes y cuando es lo que nos toca. El problema es que quizá el adulto que nos dice eso no se llevo el mundo por delante cuando pudo hacerlo, que cree que el ser persona madura y por ello conseguir la sapiencia absoluta, lleva consigo la seriedad. Y de seriedad innecesaria estamos hartos.

La gente se piensa que vivimos en otro mundo, que no nos damos cuenta de la “cruda realidad”, que no ponemos los pies en la tierra, que no dejamos nuestra tecnología en ningún momento, que somos unos maleducados, que vestimos como auténticos extravagantes, que no sabemos como son las cosas, que nuestro plan más próximo es el fin de semana y los litros de alcohol que me compraré y el de llevar a un amigo que me reconstruya la noche al día siguiente… Yo me indigno y con razón, porque lo malo siempre llama más la atención, siempre. Si solamente nos centráramos en las minorías que lo hacen mal en cada etapa de la vida el ser humano sería en su niñez unos pillos maleducados, y expertos en sacar de las casillas a los padres, que solo traen notas a casa de que se han pegado en el recreo del colegio; en la adolescencia unos personajes que solo roban, empiezan a fumar y a beber, que no hacen nada bueno por el mundo y que lo único que saben hacer es sacar malas notas y meterse en peleas de bandas; en la juventud unos inútiles que solo piensan en su ombligo y no tienen ningún plan de futuro, en la madurez ,siendo ya adultos, serían unos borrachos, dejados, vividores, fumadores, maltratadores, asesinos, embusteros, abusones y mentirosos; por último en la vejez sería unos retirados amargados, quejicas y vividores a costa de los demás. Y sinceramente no creo que sea así. Toda etapa tiene sus pros y sus contras, y toda sociedad tiene quien lo hace bien y quien lo hace mal. La juventud no es menos y por eso mismo no se la puede juzgar basándose solamente en lo malo.

Los jóvenes somos sonrientes, sociables, dispuestos, artistas, estudiosos, con ganas de mejorar día a día, deportistas, administradores de nuestros ahorros, amigos de nuestros amigos, siempre fieles, enamoradizos, apasionados, habladores, discusionistas, con futuro por delante lleno de proyectos, con grandes aspiraciones, por supuesto educados, sabemos estar en todos sitios y dispuestos a ello, vivimos la vida cada segundo que pasa y nos lamentamos por crecer… A mí me encanta ser joven y me gustaría hacer recordar, sobretodo a aquellos que se encargan de recalcar lo malo de la juventud, como eran ellos en estos años y que no solo hacían cosas malas, que se acuerden de sus viajes con los amigos, de su primer novio, de la ayuda que prestaba a sus amigos y familia, de cómo intentaba dar su potencial al máximo, de esos sueños cumplidos o que no se llegaron a cumplir, del esfuerzo en sacarse la carera, todas esas noches de café e interminables apuntes, las risas de una noche de fiesta, el me ha mirado o me ha dejado de mirar, el abrazo de consuelo a un compañero hecho un saco de lágrimas, las risas de nuevo al terminar exámenes, el quemar los apuntes y arrepentirse al saber el suspenso, el arrepentimiento por palabras duras dichas sin sentirlo o el daño al ser víctima de estas y el pronto apoyo de un buen amigo, de los pocos problemas que tenían entonces y de la gran salud de la que gozaban… de innumerables cosas buenas que no se deben olvidar y tachar de cosas de la juventud sin importancia, son cosas con importancia y que no se deben menospreciar.
Estamos en una gran etapa, que no se confunda la sociedad.

Debatir, que no batir(se)

|


Vergüenza. Nada más acabar el “debate” del otro día si no me puse rojo de la vergüenza, poco me faltaba. Y es que los debates políticos (por lo menos en España) lo único que tienen como fin es intentar herirse el uno al otro, sacarse los trapos sucios y a ver quien queda peor. A mí me recuerdan a las típicas riñas de patio de colegio en infantil. A parte de los tecnicismos, las discusiones tenían el mismo vocabulario, (aunque menos hiriente). Yo con 4 años decía igual de bien “mentiroso” que el Sr. Rajoy, también acusaba al compañero de hacer cosas malas como hizo el Sr. Rubalcaba y del mismo modo que me reía del pobre infeliz que se metía conmigo mientras rumiaba mi respuesta. Lo peor es que ahí no queda la cosa… lo único que despiertan esos debates son reacciones desmesuradas de los adeptos a los partidos que solo suscitan la confrontación y el odio. Es decir, suscitan lo que ven entre los que, en vez de debatir, se echan a la cara lo que supuestamente han hecho mal.

El problema de hoy en día, es que no se tiene en claro el concepto de un buen debate político. Se entiende el debate político como un arma de captación de masas, como una máquina de hacer decidir a los indecisos, en definitiva como un arma-máquina al servicio de la Comunicación.
Si se desnaturaliza el fin de cualquier actividad no solo no tendrá efecto esta si no que los efectos serán negativos. Y esto es lo que pasa con los debates que tienen lugar hoy en día que dejan ver, o por lo menos lo parece, que lo último que quieren es llegar a un acuerdo, a aprender uno de otro y poder sacar conclusiones personales en claro. Hacen que unos y otros se odien como si fuera la afición de un equipo y otro en un partido de futbol. Parece que el interés que está detrás es dividir a la sociedad en dos grupos. Y ser los debates la comidilla de las fieras enfurecidas unas con otras.

Esto deja ver la también equívoca finalidad de los gobiernos de ahora. Ya no es el fin último el bienestar de las personas y el orden de convivencia entre ellas, siendo los sabios los que estaban en el poder para poder hacerlo con sabiduría y correctamente. Parece que el fin último ahora es sobresalir entre los demás países, adquiriendo riqueza y ya una vez rico ya se ha alcanzado el fin para lo que se hizo el gobierno. Riqueza no solo para el país que no deja de estar en segundo lugar, sino para los que se ocupan del gobierno.

Los debates son necesarios. Necesarios pero si se hacen correctamente. Deberían ser las dos personas representantes de los grupos políticos exponiendo sus convicciones e intercambiando entre ellos sus opiniones para llegar a una conclusión que es el objeto del debate para así poder cambiar el gobierno efectivamente.

Pero con eso no basta, si se quiere llegar a una conclusión política hay que tener en cuenta para qué se busca esa solución. Es para llevar a cabo un buen gobierno, un gobierno que sea un gobierno efectivo para todos, un gobierno que haga posible el desarrollo favorable de la persona. Para ello, para que se haga un correcto debate, se debería pedir también las opiniones de más gente, permitir la entrada de personas que sepan aportar posibles soluciones y así debatir que no batir(se)

El problema del debate de hoy en día, es que realmente no se puede hacer un debate productivo en su totalidad. Las personas hablan según lo que piensan, sin embargo la mayoría de esos pensamientos no se basan en la verdad. En estos tiempos en los que se da una enorme crisis de todo parece que los valores y la verdad están enterrados bajo tierra y los pensamientos de la gente no se basan en la verdad dando, por tanto, unas conclusiones erróneas.
También sería favorable para estas personas asistir a debates de quienes sí tienen claras las ideas y quienes sí saben hacer debates y así, aprender y sanar este déficit de valores.