En solo dos horas

|


Miro el bolso, busco y busco, saco las llaves, abro la puerta y… de repente un abrazo gigante de la más pequeña ¡Hola, Blanca! Sigo andando, un hola a mi segunda hermana, solo un hola que cuando están en esas edades y te miran por encima del hombro es mejor no hacerles caso. Un beso a mi madre, ¿Qué cocinas mamá? Lo que vas a cenar, ¡Hala! A poner la mesa y una sonrisa. Llega mi abuela ¿pero hija mía sigues viviendo aquí ?no te he visto en todo el día. Me ahorro el comentario acostumbrada ya a su ironía. Un beso una sonrisa y ¡Subo a mi cuarto a dejar las cosas y enseguida bajo! Arriba saludo a la mayor, ¿Y Víctor, viene hoy de Bilbao? Llega mañana. Vamos abajo a poner la mesa. Baja el tono y un luego te cuento. Pasos calmados y fuertes y ese peculiar modo de sacar las llaves, veo a la pequeña correr hacia la puerta ¡hola papá!

Ya puesta la mesa ¡A cenaaar! Llegamos todos a la mesa y nos sentamos.¡Blanca quítate de ahí que es mi servilleta! Ya debidamente sentados nos disponemos a cenar. Voy a coger las patatas fritas. Mirada cómplice de mi padre, Almu, ¿quieres patatas? ¡Gracias!. Varios ¿me pasas el pan? y ¿me sirves agua?, ¿puedo repetir? un coge el kétchup de la nevera porfa y muchas risas, sobretodo eso, muchas risas y sonrisas. Llega el postre, voy a la nevera. Yogurt ¡de lo que sea! para mi padre y Almu, un no quiero postre para la adolescentísima, un vitalinea para la mayor y un capricho de los de mi abuela “sin que se entere de que se lo cojo” para mí. Hemos terminado y todos los hermanos nos hacemos los locos. Pero llega, ¿A quién le toca la cocina? Buff… Pero por lo menos recogedme la mesa y traedme las cosas cerca del fregadero. Enjuago las cosas y las meto al lavavajillas. No ha sido para tanto, escoba, recogedor, ¡Buenas noches Mamá! y No son muchas las que hay que empanar. Pan rallado, huevo, pan rallado. No quiero saber cuándo son muchas entonces. Subo, me meto en la cama y A ver, cuéntame. ¡BUA! pues mira que…

Esto han sido solo dos horas de un día en mi familia en las que he aprendido la importancia del cariño, el aprender a ayudar, la necesidad de hacer caso a la familia y “aparecer por casa”. Lo bonito que es confiar tanto en una persona y poder decir un cómplice “luego te cuento”. Agudizar el oído para distinguir unos pasos. Mantener el orden y dejar “las cosas arriba”. A saber escuchar. Saber respetar a las más pequeñas y a no pelearse por tonterías. A guardar los nervios con las niñas pavas y a saber respetar a los mayores. A levantarse mil veces de la cena sin vagueza a por pan, kétchup, o lo que haga falta. Disciplina y responsabilidad al recoger la mesa, aprender a reír y reír que es lo más sano y conveniente del mundo. A empanar dos kilos de pechugas. A valorar todo lo que hacen los padres… Han sido solo dos horas en las que he aprendido mil y una cosas. Me maravillo entonces con todo lo que he aprendido los 20 años de mi vida entre los ocho que somos en casa más los múltiples razas y tipos de animales que hay en ella. No nos damos cuenta de las muchas veces que no valoramos la familia que es donde crecemos , aprendemos y recibimos amor de una manera u otra y sobre todo que gracias a ella es por lo que estamos hoy en día en donde estamos.

0 comentarios:

Publicar un comentario